domingo, 1 de agosto de 2010

Cañonero 33





























27-7-2010 Twifelfontein-Cape Cross

El día empezó raro, fuimos a reparar el pinchazo y a repostar gasoil. Buscamos las carvings (grabados rupestres) pero a pesar de las indicaciones que nos dieron no las encontramos. Tampoco podíamos gastar tontamente el combustible y decidimos conformarnos con las vistas la noche anterior. Elegimos una pista preciosa y que, en plan atajo, nos llevaba hasta el siguiente punto del itinerario, pero como no parecía muy buena quitamos la rueda de repuesto para que no rozara (más de media hora porque también hay que desmontar el soporte donde se aloja). Seguimos circulando y a los pocos Km. el estado empeoró bastante (piedras en punta) y dado que nuestras ruedas no están como para tirar cohetes decidimos darnos la vuelta y en el camping, de nuevo, montar la rueda y su soporte.
La pista del día anterior estaba en perfectas condiciones pero nos informaron mal, primero la señalización de la carretera y luego un local al que preguntamos y nos mandaron por otra que era mucho peor.
Llegamos a Uis a la hora de comer, el supermercado tuvo gracia porque había tanto mujeres "Herero" con sus tocados y vestidos vistosos como las de la tribu "Himba" embadurnadas en barro.
Compramos unas muñecas Herero en la carretera, las hacían las mujeres, un trabajo muy bien hecho. Daba gusto verlas tan robustas y con tanto color.
La pista hasta la costa muy buena. Íbamos con cierta intranquilidad (Pepito no), nos habían emparanoiado con los problemas de gasoil. En esa zona, la Costa del Esqueleto o la Skeleton Coast que suena mucho mejor, podían pasar días sin cruzarte con un coche. Nos habían dicho que el año anterior dos suizos murieron a tan sólo 500m. de la carretera, perdidos en el desierto.
La pista por el desierto hasta la carretera de la costa estupenda, pero la de la costa más increíble todavía, es de sal y mucho más lisa y suave que un asfalto normal, no sé el motivo pero es oscura como el asfalto.
Pepito tenía la sorpresa de que íbamos a ver la reserva de focas de Cape Cros, pero cuando llegamos estaba cerrada la entrada por la hora y nos fuimos al Hotel cercano, junto al mar. El tiempo ahora era de perros, niebla, viento y frío. Los tres Yanes convencidos de que iba a llegar la otra parte de la sorpresa, una habitación confortable y calentita en el hotel. El precio, era como va siendo habitual carísimo y aunque el hotel estaba prácticamente vacío y nos ofrecieron una rebaja sustancial, seguía siendo una barbaridad. Eso sí cenamos allí, caro y malo y nos fuimos a montar el campamento al desierto. Como hacía frío cambiamos de alojamiento, Pepe y yo en la tienda de la vaca y ellos tres en nuestra cama dentro del coche para estar más calientes. El viento movía la tienda, pero al final la noche no fue tan fría como pensábamos y dormimos bien.

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