domingo, 1 de agosto de 2010

Cañonero 34



































28-7-2010 Cape Cross-Okahandja

Al amanecer frío y menos niebla que por la noche, la temperatura soportable.
La arena del desierto, con minerales de distintos tipos y colores.
Alguna zona con musgos y líquenes e incluso plantas para mí totalmente desconocidas con minúsculas flores blancas. Hasta las diez, según anunciaba el cartel de la valla no abrían el parque, nos fuimos hasta allí y dimos un paseo, a lo lejos vimos una laguna rosa, imagino que de sal como las piedras que venden en la carretera (dejan un pequeño puestecito con las piedras de sal expuestas y con el precio y un bote para que dejes el dinero de lo que te lleves). Entre tanto empezaron a aparecer otros coches y un camión de alemanes y al final a las 9, 15h abrieron.
Al principio me pareció muy pobre el nº de animales y pensé en los documentales de la caza de focas que recordaba de la infancia donde había miles de ellas, pero poco después vi que allí había tantos como los que recordaba de antaño.
Miles de focas diferentes a las negras que se ven en otros lugares; estas son pardas y color café, casi todas vagueando, pero también crías mamando y otras peleando. Fuerte oleaje y el mar plagado de puntos oscuros de los animales que nadaban pegados a la costa.
Después de pasar allí un buen rato observándolas y fotografiándolas, nos fuimos a ver la cruz erigida en honor al navegante portugués que llegó por primera vez a esas costas (Diego Cao).
Queríamos llegar a Swakumund a la hora de la comida y nos pusimos en marcha.
Desierto de arenas blancas con zonas salpicadas de piedras negras. De cuando en cuando pequeñas islas de vegetación.
La carretera de sal un auténtico placer. Por supuesto nos cruzamos con bastantes coches.
A lo largo de toda la costa hay lo que llaman zonas de recreo con puestos de pesca. Están marcadas por millas. Son casetos todos iguales que divisamos a lo lejos y que solo tienen acceso con 4X4.
En Swakopmund podrías jurar que estás en cualquier otro sitio antes que en África. Mejor dicho, costaría reconocer que no estás en Alemanía. Es una ciudad muy agradable e impecablemente limpia y cuidada. Arquitectura alemana, calles peatonales, tiendas, restaurantes y cafés típicamente alemanes, hasta pastelerías con tartas alemanas.
Comimos en un sitio muy acogedor y con buena comida se llamaba el Avestruz y tanto la decoración como muchos de sus platos estaban confeccionados con estas aves.
Camino a Windohek vamos paralelos a la vía del tren que está impecablemente mantenida. Nos quedan 380 Km hasta la capital y no queremos circular de noche ni tener que llegar allí a buscar alojamiento tarde, con lo que decidimos para unos 70 Km antes, en Okahandja. Nos alojamos solos en el camping de un Lodge, otro sitio precioso con un tipo de acacias que hemos visto anteriormente. Tienen unos frutos aterciopelados con forma de judías grandes y curvas. Como va siendo habitual, los servicios impecables, con duchas calientes construidos sin techo y con cañizo. Ya nos ha pasado antes, no tienen puertas, ni el WC ni las duchas. En éste tuvieron el detalle de poner una cuerda atravesando el pasillo de entrada de manera que el que llega deduce que el WC está ocupado.
Cenamos de nuevo carne a la brasa en un buen fuego. La noche fue heladora, mucho más que la de la costa.

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