30-7-2010 Windhoek 1
A las 7h como un clavo Pepito estaba en el taller.
A lo largo de la mañana cambiarían los inyectores esperando que el problema quedara solucionado. A las doce fuimos al nuevo albergue mucho más agradable, teníamos una habitación doble para nosotros con baño y dormitorio compartido a base de literas para el resto pero todo muy limpio y nuevo. Aprovechamos para ver el centro y un mercado de artesanía. Pasamos un par de veces por el taller a ver qué tal iba la reparación y al final a las 3h. nos devolvieron el coche en el mismo estado o parecido a como lo habíamos entregado y sin saber dar un diagnóstico pero suponiendo que habría que mirar la bomba de inyección, cosa que allí no hacían. Lo peor fue pensar que era posible que el motor estuviera acabado. Nos dejó bastante hechos polvo. Pepito y yo fuimos a ver el taller que nos recomendó el mecánico anterior, la pinta estupenda en cuanto a local y equipamiento y mejor en cuanto al alemán (natural de Namibia, pero alemán de raza) que nos atendió, fue muy simpático pero, claro, era viernes por la tarde y hasta el lunes nada. Los fines de semana, sobre todo los domingos cuando estás de viaje son una peste si no puedes estar en movimiento.
Nos fuimos a comer al Joe´s Beer House que buscábamos el día anterior y no encontramos. Está muy bien y no es excesivamente caro, la carne de todos los animales exóticos que probamos muy sabrosa y tierna, el sitio decorado con trastos viejos y prácticamente al aire libre.
Paseos y compra para la cena en el hotelillo.
Por la noche hubo un campeonato de billar y Pepe y Javi se apuntaron. Casi todos los que participaban eran jugones casi profesionales, algunos de ellos trabajadores del hostal. A Javi le tocó el que parecía más fuerte de todos y la pinta era malísima porque empezó a meter bolas y no paraba, pero al final metió la pata y coló la negra con lo que sin saber cómo, Javi estaba en la final. En resumidas cuentas ganó el torneo, para gran satisfacción de la afición.
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