lunes, 9 de agosto de 2010

Cañonero 42






















5-8-2010 Sossusvlei-Maltahohe

A las 5h. de la mañana estábamos en la puerta, desayunamos allí y poco después de llegar nosotros empezaron a llegar coches y camiones que en cuanto nos pusimos en marcha nos adelantaron a 130 Km/h aunque la limitación era de 60. La pista de 66 Km. preciosa, empezamos a conducir todavía de noche, y fue haciéndose de día según avanzábamos. Carretera de asfalto impecable. Paisaje primero de montañas a los lados para poco después convertirse en un horizonte de dunas. Los últimos 4 Km sólo para 4x4. Mucha arena, pero se pasaba bien. Los que nos habían adelantado poco a poco fueron parando y subiendo a dunas algo más bajas. Nosotros por supuesto a la más alta, tardamos alrededor de hora y media en subir, y en un par de ocasiones pensé en darme la vuelta. Al final mereció la pena. El paisaje grandioso, parte montañosa, una inmensidad de dunas que alternaban una enorme cantidad de tonalidades, desde el rosa y anaranjado a ocres, blancos, negros y grises. A esas horas el juego de luces y sombras es fantástico.
Dicen que es la más alta del mundo, me da lo mismo, pero realmente es muy alta. Bajamos por la cara contraria de la duna, tengo que averiguar cuantos metros son, pero desde arriba daba miedo ver la altura, sin embargo se baja sin peligro corriendo. Yo lo bajé andando, es divertido, ya que cada paso te entierra en la duna por encima de la rodilla. Cuando llegas abajo estas en el lecho de un lago seco. Es totalmente blanco y esta petrificado haciendo un dibujo de puzzle, árboles secos y retorcidos acaban de darle el toque de lugar de ensoñación.
No eran ni las diez y ya hacía bastante calor. Decidimos regresar a Seriem para reparar la rueda que la noche anterior parecía pinchada. Como no perdía mucho aire decidimos dejarla hasta después del paseo a la duna. Tenía ocho pinchazos. Decidimos comprar rueda nueva. Un poco cara pero hacía falta. Tenían maquinaria para desmontarla y Pepito no sufrió viendo como le daban martillazos como la vez anterior.
Nos encontramos con los catalanes del accidente, ya les habían sustituido el coche por otro igual y continuaban su viaje, iban a ver la duna. La moral alta.
Nos comimos unos sándwiches en la piscina. Ésta vez apetecía. Hacía calor y el agua estaba fresca pero no heladora.
Por la tarde recorrimos 170 Km de un pista preciosa incluso pasamos un puerto.
Al atardecer a Maltahohe, un pueblito pequeño pero comparado con lo que tiene alrededor parece una gran urbe. Acampamos en el camping del supermercado "Papot". 5 € p.p nada mal de precio a pesar de las alfombrillas, cubre tapa de water, funda del rollo de papel, e incluso la del ambientador, de un artesanal trabajo de ganchillo color naranja, el resto bien.
Cenamos en el hotel del pueblo, un sitio con mucho sabor; de principios de la época colonial, lleno de fotos y objetos del pasado y sin pretensiones. La cena muy correcta.
De nuevo noche fría y estrellada.

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